La caída de Remuria (I)

La caída de Remuria (I)
La caída de Remuria (I)NameLa caída de Remuria (I)
Type (Ingame)Objeto de misión
FamilyBook, La caída de Remuria
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DescriptionSe rumorea que durante los primeros años tras la fundación de Fontaine, el prestigioso investigador Pulteney escribió una magnífica obra sobre la antigua civilización de Remuria.

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El océano todo lo nutre, pero también todo lo engulle.
Cuenta la leyenda que en los albores, los pueblos primitivos eran autosuficientes, sin necesidad de leyes ni autoridades. Los enviados de la ciudad celestial caminaban por la tierra y, con su guía, los pueblos disfrutaban de paz duradera, prosperidad y abundancia desde tiempos inmemorables.
Este reinado bendecido por el cielo duró incontables generaciones hasta que la gente se cansó de su sibilina eternidad. Sus descendientes dejaron de escuchar los oráculos. En su lugar, deseaban cosas que nunca les había prometido la divinidad, tratando de liberarse del yugo de su destino. Enfurecido por su comportamiento, el cielo envió enormes olas para aplastar las ciudades de los colonos. Cien días de lluvia vinieron después, y las rugientes mareas ahogaron todo pecado y arrogancia, y así se puso fin a los pueblos primitivos.
Cuando la marea retrocedió y la tierra volvió a quedar al descubierto, ya no quedaban ciudades ni civilizaciones por encima del Supramar. Tanto los supervivientes como los recién nacidos vivían entre los bosques y los ríos, despojados de todo conocimiento y sabiduría. Las vidas humanas no eran diferentes de las de los animales salvajes en la tierra o en el mar, empujados por las leyes de la naturaleza, enredados en el tiempo sin principio ni fin.
Mucho tiempo transcurrió. El trono de Gurabad se estableció y fue derrocado en el lejano sur, y la aristocracia del este alcanzó la frontera del Supramar, todo ello mientras nuestros antepasados permanecían sumergidos en la ignorancia y la superstición.
La civilización y el orden fueron finalmente restaurados en aquella tierra llamada Fontaine el día en que el gran rey Remo descendió sobre Meropis en su dorado Fortuna. Enseñó a la gente a cultivar la tierra y construyó templos y ciudades con rocas gigantes para albergar a la población. Y lo que es más importante, fue él quien difundió la belleza de la música y el arte, que diferenció a los humanos de los demás seres vivos, haciendo que se vieran a sí mismos como dueños de todas las cosas.
Con su armada inmortal, Remo conquistó todas las islas del Supramar. Incluso el gran dragón de las profundidades abisales se sometió a su poder. Aquellos fueron los mejores días desde el fin de los pueblos primitivos, y la prosperidad eterna parecía estar al alcance de la mano.
El rey divino y su pueblo se entregaron a los dulces sueños del hedonismo y fantasías de progreso sin fin. Sin embargo, los profetas vaticinaron la discordia: “El mayor imperio se enfrentará al cataclismo absoluto, pues esa es la Fortuna”.
Así, el rey divino comprendió el plan original de siete días rotativos y de los vientos que fluyen por mar y tierra, y compuso una armoniosa serenata de prosperidad. Creía que mientras todas las ciudades resonaran con esta extraordinaria melodía, escaparían al juicio del destino y alcanzarían por fin la tierra de la dicha eterna.
Sin embargo, los escritores antiguos coincidían en lo mismo: “Los océanos se elevarán, los imperios caerán, y la única constante será el cambio”.

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