Nuevas crónicas de los seis kitsune (IV)

Nuevas crónicas de los seis kitsune (IV)
Nuevas crónicas de los seis kitsune (IV)NameNuevas crónicas de los seis kitsune (IV)
Type (Ingame)Objeto de misión
FamilyBook, Nuevas crónicas de los seis kitsune
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DescriptionEste es el episodio más tenso de la serie, y se dice que fue escrito por Urakusai al volver a Liyue. En esta edición se presenta la adaptación íntegra propuesta por el escritor.

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Item Story

En el capítulo anterior, Itaru, la kitsune negra, emprendió su búsqueda del comerciante deshonesto para intentar entrar en razón con él.

Dozaemon, el vendedor de calavandas, había sido samurái en el pasado, pero no pudo poner en práctica sus habilidades en Inazuma y terminó por convertirse en comerciante. Más tarde, aprendió a hacer negocios por medios deshonestos como extorsión e intimidación. Nadie se atrevía a meterse con él, y se convirtió en un personaje influyente en la aldea.

Ese mismo día, Dozaemon se encontraba relajándose enfrente de su tienda, cuando una gran sombra eclipsó el sol.

“¡Oye! ¡Quiero una calavanda!”.

Dozaemon inspeccionó de arriba abajo a ese cliente muscular, oscuro y rudo, ¡y para su sorpresa, se trataba de una mujer!

“¿Cuántas quieres?”.

La kitsune negra lanzó una mirada al wakizashi del comerciante, pero evadió la pregunta.

“Qué buena espada tienes ahí”.

“Claro que sí. Vengo de una familia de artistas marciales, así que sería lógico portar la reliquia de la familia”.

Dozaemon estaba confundido, pero la kitsune negra continuó con la conversación.

“Es una pena que ahora la uses para cortar calavandas”.

La respuesta provocó a Dozaemon, quien, molesto, respondió:

“¿Viniste a comprar calavandas o no? ¿A qué viene tanta cháchara?”.

“Sí, a eso vine”.

Itaru sonrió a Dozaemon como gesto de disculpa.

“Deme una fanega de calavanda. Sin cáscara”.

Dozaemon parecía confundido, pero no cuestionó su solicitud. Cortó una fanega entera de calavanda y la pesó.

“Disculpe, ¿por qué la báscula está inclinada?”.

Dozaemon empuña la espada al escuchar las palabras de Itaru.

“¡Es como si la báscula fuera temperamental!”.

“¿Te parece divertido? ¿Por qué no me pagas primero?”.

Dozaemon ya no podía esconder más su enojo, y comenzó a discutir con ella.

“Ja, no tengo inconveniente en pagarte primero, pero me temo que no lo aceptarás”.

“¡Lo tomaré si tú me pagas!”.

“¿En serio?”.

“¡Por supuesto!”.

Al grito de “¡Atrápala!”, Itaru arrojó una bolsa llena de Moras a la cara de Dozaemon. Él no fue capaz de reaccionar a tiempo, y la bolsa golpeó de lleno su rostro. Dozaemon cayó de espaldas y soltó su preciado wakizashi. Su nariz quedó plana, y su rostro parecía una hoja de papel.

Itaru dio dos pasos y puso el pie sobre el pecho del comerciante. Sin decir una palabra, le asestó un puñetazo en la cara. El golpe fue tan fuerte que Dozaemon solo veía estrellas, pero aun así forcejeó para ponerse de pie. Cuando al fin logró hacerse con su wakizashi, Itaru se dio cuenta y le dio otro golpe contundente. Fue tan fuerte que, al aterrizar, un par de orejas de tanuki brotaron de la cabeza de Dozaemon, quien comenzó a implorar por su vida.

Itaru estalló en carcajadas al darse cuenta. ¡El comerciante deshonesto era en realidad un sucio tanuki disfrazado!

Al final, confiscó el wakizashi robado, distribuyó la riqueza del tanuki a toda la aldea, y el resto se lo dio a la madre y a la hija desconsoladas. Itaru perdonó la vida del tanuki y continuó con su travesía.

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