Se lo ruego, Suma Sacerdotisa

Se lo ruego, Suma Sacerdotisa
Se lo ruego, Suma SacerdotisaNameSe lo ruego, Suma Sacerdotisa
Type (Ingame)Objeto de misión
FamilyNon-Codex Series, Non-Codex Lore Item
RarityRaritystrRaritystrRaritystr
DescriptionUna novela ligera muy popular en Inazuma. Cuenta la historia de la desafortunada Shogun y la todopoderosa Suma Sacerdotisa. Es la obra complementaria de «La todopoderosa Shogun: renacida como Raiden con un poder ilimitado», pero no está escrita por el mismo autor. El principal punto en común de ambas novelas es que son muy populares.

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¡Bienvenida a casa, Shogun!

Yae Masako se sentó sobre sus rodillas frente a mí, vistiendo su ropa de miko blanca y roja, moviendo ligeramente sus orejas. Bajo estas, lucía ese rostro que miles de personas admiran.
“¡Volviste! ¿Cómo te fue con el encargo que te mandé hace seis meses? ¿Ya inspeccionaste la zona?”.
“Ah, no debería preguntarte sobre trabajo cuando acabas de llegar. Entonces haremos como siempre, ¿comemos primero? ¿Quieres darte un baño primero? ¿Qué te apetece?”.
“¡¿Qué quieres decir con 'como siempre'?! Nunca antes me habías recibido de esta manera tan formal.”.
Al escuchar mi respuesta, rompió a reír con satisfacción y dijo: “Porque esta vez vienes con una cara más larga de lo normal. Voy a terminar de preparar la comida, entonces. ¡Hoy te he preparado cangrejo mantequilla, ese plato que te encanta!”.
“¡Bien! ¡Cangrejo mantequilla, cangrejo mantequilla!”.

Yo, Shogun Raiden, la frase que más digo es “¡bien!”, el plato que más como es cangrejo mantequilla y la persona a la que más veo es... Bueno, en general, en mi vida hay dos tipos de personas: los simples conocidos y esa persona que tiene orejitas peludas y voz suave.
Yae Masako es la Suma Sacerdotisa del Gran Santuario Kaminaru, heredera del linaje de los kitsune, la familiar y amiga de la “Eternidad”... Tiene tantos títulos que es imposible acordarse de todos y, a los ojos del pueblo, parece tan distante e impredecible como yo.

Y así es Masako, ahora mismo está mirando con deseo ese cangrejo mantequilla mientras se asa.
Así es, resumiendo, yo, Shogun Raiden, me estoy dejando cuidar por Masako.

No sé cuándo empezó todo, pero ya me he acostumbrado a esta vida.
Hasta cuando propino unos cuantos espadazos al azar, ella dirá “buena chica, buena chica”. Otras veces, cuando estoy leyendo «La todopoderosa Shogun: renacida como Raiden con un poder ilimitado» y me apetece comer algo, Miko me trae un rico té con leche y algo de pastel. Es como si así protegiera a la eternidad, apartando de mi vista con su cuidado cualquier preocupación que pueda surgir. Para mí, Miko es como una kitsune legendaria que cumple todos mis deseos.
“¡Ya está listo el cangrejo mantequilla! Entonces, antes de que comamos, tenemos que hablar del asunto del trabajo... ¿Cómo fue la inspección de la zona?”.

Masako se giró hacia mí, sirviendo el cangrejo mantequilla recién hecho. El delicioso olor se expandió por toda la habitación. Pero no respondí a su pregunta. A decir verdad, justo esa era la razón por la que llegué tan malhumorada a casa.
Como mencioné antes, en mi mundo solo existe Masako, luego están las otras personas.
A excepción de Masako, el resto de las personas reaccionan de la misma manera cuando me ven: inmediatamente se postran ante mí con un gesto respetuoso, pronuncian “todopoderosa Shogun” y, cuando ya se han retirado lejos de mí, sueltan un suspiro de alivio.
No importa de quién sea esposa, de quién sea padre, de quién sea amante, no importa qué héroe sea, qué capataz sea, qué obrero sea, delante de mí, siempre mostrarán el mismo gesto, expresarán su máximo respeto hacia la todopoderosa Shogun.
Pero lo que ellos no saben es que yo también temo este gesto, ¿quién no tendría miedo si miles de personas se muestran exactamente de la misma manera ante ti?

Por eso dependo tanto de Masako.
Y también por la misma razón, no puedo negarme a cualquier cosa que ella me pida. Incluso si no soy capaz de hacerlo, si ella me pide que salga a trabajar, entonces yo salgo sin rechistar.
Y ni yo misma sé cómo enfrentarme a esas miles de personas con el mismo gesto, ni me apetece hacerlo, no puedo hacerlo. Con tal de evitar el contacto con ellos, hasta no me importaría que me llamasen “Shogun la desafortunada”.
No obstante, aunque no me importase que me llamasen así, de ninguna manera podría negarme a las peticiones de Masako.
“¿Por qué no hablas, Shogun? ¿Acaso volviste a hacer lo mismo que otros días? ¿Solo saliste de Tenshukaku para no hacer nada más en todo el día hasta que se hizo de noche y tuviste que volver?”. No noté ni un ápice de reproche en sus palabras, pero, precisamente por eso, no sabía cómo debería contestarle.
“Está bien, descansa. Yo todavía tengo unas cosas de las que ocuparme. No te olvides de terminarte el cangrejo mantequilla, ¿hum?”. Masako se giró y abandonó la habitación.

No sé por qué, pero el cangrejo mantequilla de hoy no sabe a nada.
De repente se me ocurrió qué responder.
En este mundo no hay rival que pueda hacerle frente a la todopoderosa Shogun. Sin embargo, incluso la todopoderosa Shogun puede contraer un resfriado.
No tardé mucho en acabarme el cangrejo mantequilla, cuando me dejé caer sobre la cama y noté un terrible dolor de cabeza. Pero, en realidad, esto no es nada para mí, me han pasado cosas peores.
Normalmente, puedo apoyar la cabeza en las rodillas de Masako, escuchándola tararear. Entonces, enseguida logro conciliar el sueño.
Pero hoy Masako no apareció, el palacio está helado como el hielo y mi frente está ardiendo, pero no hay nadie más en casa.

Ella tiene sus propios asuntos de los que ocuparse, no es solo mi kitsune, también es la Suma Sacerdotisa del santuario.
Quizás se haya enfadado, quizás ponga en duda a alguien que se pasa el día diciendo “¡Bien!”, ¿de veras le merece la pena invertir tanta energía en mí?
Y con esta duda, me embarco en un profundo sueño.

Soñé que Masako seguía mostrando esa sonrisa tan característica de ella, con un bol de té con leche entre sus manos.
“Esta es una bebida especial que he hecho yo misma, se llama 'margarita arcoíris'. Hace poco fui a Ritou y compré unos lirios cala importados de Mondstadt, también le puse un poco de menta. Tómala, verás cómo te pones buena pronto”.
Quizás sea por soñar que ahora apenas tengo energía para levantarme.
“'Ah, así que Shogun no puede levantarse. Entonces, tendrás que disculparme un momento'. Utilizó un método que no quisiera recordar ni en sueños para introducirme una margarita arcoíris en la boca”.
Me desperté sobresaltada, esa escena superó los límites de mi imaginación. Seguramente ella esté enfadada conmigo en estos momentos por haber descuidado mis deberes gubernamentales.

Pero... ¿Por qué noto un sabor dulce en las comisuras de mis labios?...

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