El espíritu marcial

El espíritu marcial
El espíritu marcialNameEl espíritu marcial
Type (Ingame)Objeto de misión
FamilyNon-Codex Series, Non-Codex Lore Item
RarityRaritystrRaritystrRaritystr
DescriptionUn libro escrito por Junkichi y publicado por la Editorial Yae. Es la versión en un solo tomo de la novela ligera «El espíritu marcial» y contiene los dos primeros capítulos de la historia. La calidad de la versión serializada muestra algunos altibajos, pero sigue siendo popular entre los lectores.

Item Story

Arco de la ciudad de Arayama - Capítulo 1
Otra vez la misma pesadilla, obligando a Yutaka Riko a revivir la noche en que la raza oni fue destruida.
Las nubes oscuras rugían mientras se acercaban para engullir la aldea por completo. Las llamas, que parecían hechas con tinta, se extendieron y devoraron cientos de casas hasta llegar a la orilla del mar, de modo que el agua del mar se convirtió en vapor y se agitó, y la arena de los bancales se convirtió en un lodo.
El jefe empujó a Riko a una bodega subterránea. Las últimas palabras que escuchó aún resonaban en sus oídos y ahogaban los gritos de angustia de los alrededores.
“Kataba Shintetsu ha traicionado a los oni. Fue ella quien provocó este desastre”.
Shintetsu enseñó personalmente a Riko el manejo de la espada. Por lo que ella podía recordar, Shintetsu era una chica recatada que siempre sonreía levemente cuando hablaba con los demás.
Hasta el día de hoy, Riko todavía no podía aceptar que su maestra, la prodigio de la espada respetada por todos, pudiera haber hecho algo tan cruel.
Sin embargo, los símbolos y talismanes esparcidos por la aldea constituían un contrapunto convincente. El jefe no podía estar equivocado...
¿Cómo debía enfrentarse a Shintetsu?
Riko aún no se había decidido, y solo podía suspirar profundamente.
El ruido asustó a un gato blanco cercano, el cual, entrecerrando sus dos ojos moteados, frotó el dorso de la mano de Riko.
“Lo siento, Onigiri. ¿Te he despertado?”
Riko sacó su cuenco de madera y lo colocó ante el gato. Escuchando el suave sonido del agua, miró al cielo afuera de su tienda.
A través de los huecos de las hojas se podían ver los acantilados y las montañas bajo la luz de la luna, cuyo argénteo brillo trazaba los intrincados contornos de los edificios en las crestas de las montañas para formar un paisaje fascinante.
La ciudad de Arayama se extendía ante ella. Se había hecho un gran hueco entre las imponentes montañas, y en él se había construido una majestuosa ciudad. Según la leyenda, la “gente de la montaña” era descendiente de gigantes, con una altura dos veces superior a la de una persona normal. Incluso las plantas y los cultivos de este lugar eran más grandes que los de cualquier otro. Además, se decía que el ejército de Arahara de la ciudad de Arayama era muy poderoso, ya que había luchado muchas veces con las naciones circundantes y había sufrido muy pocas derrotas.
Pero el brutal tirano de la ciudad de Arayama no estaba satisfecho, y no lo estaría hasta que lograra el dominio absoluto.
Hacía tres días, el tirano había invitado a Kataba Shintetsu a unirse al ejército de Arahara y a entrenar a sus tropas en el manejo de la espada del que se enorgullecían los oni. Shintetsu aceptó de buen grado.
Pero independientemente de las intenciones de Shintetsu, el objetivo actual de Riko era encontrarla, derrotarla y darle el castigo que se merecía.
Luego, seguiría las pistas que la jefa le había dado para buscar las verdaderas enseñanzas de “shiseidou”, y utilizaría el amuleto magatama dentro del cuerpo de Onigiri para revivir a la gente de su tribu.
Al pensar en ello, Riko puso un poco más de leña en el fuego antes de recostarse y entrar en un estado de sueño ligero, con lo que conservaría sus fuerzas para la batalla que iba a tener lugar al día siguiente.
...
Arco de la ciudad de Arayama - Capítulo 15
El enfrentamiento se había roto.
El corpulento comandante se encontraba a unos cien pasos observando la batalla personalmente y ejecutando a varios desertores. Estos actos tuvieron el notable efecto de calmar al ejército de Arahara y estabilizar su formación. Ahora nadie se atrevía a hablar del asesinato del tirano.
“¿De qué tienen miedo? Esa mocosa ni siquiera llega a la altura de una calavanda. ¡Atrápenla!”
Las tropas se miraron entre sí hasta que se vieron obligadas a cargar contra Riko por la violenta furia de su comandante.
Riko lo escuchó. La mano con la que empuñaba su espada empezó a temblar y Onigiri, escondido dentro de su capucha, maulló suavemente de miedo.
“Bueno, siento que los oni hayamos vivido en una isla desierta y no hayamos tenido la oportunidad de crecer, y por eso no somos aptos para ser tus oponentes.
Pero ser apta o no no tiene nada que ver con mi capacidad para derrotarte”.
Girando sobre la punta de un pie, Riko dejó volar su espada con un destello transitorio de color rojo carmesí. La luz atravesó tanto el campo de batalla como el torso del comandante.
“Kissaki Yousen”.
Esta era la misma técnica de espada especial que el espíritu errante del anterior tirano de la ciudad le había enseñado a Riko: una hoja fatal que ignoraba por completo todas las distancias en la batalla.
Con un terrible y limpio chasquido, la espada del comandante enemigo se partió en dos, y él cayó muerto hacia adelante con un murmullo inaudible.
Al ver caer a su general, el ejército de Arahara se detuvo en seco. Ni un solo soldado se atrevió a dar un paso más. De hecho, su formación se sumió en el caos inmediatamente y se dispersó.
Así cayó la ciudad de Arayama, y así fue como el pueblo que había sido oprimido durante tanto tiempo se levantó y tomó la mansión del tirano, recuperando todo lo que les había pertenecido.
Sin embargo, Kataba Shintetsu no mostró su rostro.
Enfundando su espada, Riko se dio cuenta de que algo no iba bien y miró hacia la lejana cima de la montaña.
Allí se encontraba Shintetsu en la mayor altura de la ciudad de Arayama, en lo alto de su flamante torre, observando toda la batalla. Su rostro estaba envuelto en la sombra y su expresión era ilegible.
Las dos mujeres se miraron durante un instante, y luego, de un salto, Shintetsu desapareció.
Kataba Shintetsu... ¿Por qué había venido aquí? Había aceptado la invitación del tirano de esta ciudad solo para darse la vuelta y asesinarlo...
¿Quedaba algo de bondad en ella?
Riko sacudió la cabeza. Ahora no era el momento de pensar en exceso. Consolando a Onigiri, corrió rápidamente hacia la ciudad de Arayama.
Si no continuaba su persecución a toda prisa, seguro que Shintetsu la dejaría muy atrás.
...
Arco de la jaula de Ryuutetsu - Capítulo 1
Se había descuidado. Este campamento no era más que una trampa bien disimulada.
Kataba Shintetsu había expuesto intencionadamente sus huellas, colocando un gran número de talismanes en medio del campamento y atrayendo a Yutaka Riko para que la persiguiera. En el momento en que Riko se adentró en el campamento, los talismanes hicieron volar la ladera de la montaña y, al perder el equilibrio, Riko cayó en picado al abismo que había debajo...
El impacto de la caída no fue un problema, pero la jaula de Ryuutetsu, que yacía abajo, en las profundidades de la montaña, era la mayor amenaza.
Este abismo fue una vez un paso que separaba dos naciones, y fue el lugar de una monstruosa batalla en la que murieron casi un millón de personas. Una vez terminada la guerra, las dos naciones cerraron esta zona y arrojaron sus armas rotas en esta grieta de la montaña. Las almas de los guerreros injustamente asesinados quedaron atrapadas dentro del acero roto y ensangrentado, y a medida que el metal se agitaba y giraba, evolucionaba lentamente hasta convertirse en las arenas metálicas que se ven hoy.
No había una distinción clara entre el suelo sólido y las dunas de metal, y uno podía pisar la arena y hundirse inmediatamente en el fango sin poder escapar, ya que las agitadas arenas metálicas lo habían tragado y convertido en polvo. Un paso en falso y no habría vuelta atrás. Esta extraña arena de hierro se extendía incluso por las paredes de piedra, lo que hacía que incluso la idea de escapar escalando fuera impensable.
Solo atravesando lentamente el camino del fondo de ese abismo se podía tener alguna esperanza de escapar. Pero estaba claro que nadie lo había conseguido. Los que caían en esta jaula bien podían haber sido condenados a muerte.
Pero Riko era como una mujer sin ninguna carga. Aquí estaba la prueba innegable de que Kataba Shintetsu había abandonado hace tiempo cualquier piedad o bondad. Ahora, cuando levantara su espada contra ella, Riko no tendría que dudar.
No solo eso, sino que Shintetsu había subestimado el progreso que había hecho Riko. Esta prisión de arena metálica no la retendría, ya que había dominado previamente la poderosa habilidad llamada “Atadura de la tempestad”, que ahora resultaba muy útil.
Pero justo cuando Riko estaba a punto de usar esa técnica, divisó dos pequeñas cabezas asomándose por la esquina de una pared de roca.
Eran unas chicas vestidas con harapos, y con unos ojos que brillaban de esperanza.
“¿Eres del mundo exterior?”
Riko asintió y sacó a Onigiri de su capucha. Saludó suavemente a las dos chicas, quienes llevaron a Riko a una cueva de la montaña. Allí conoció a sus mayores: unas pobres personas que habían acabado en la jaula de Ryuutetsu por error.
“Llevamos varios meses atrapados aquí. Hemos conseguido sobrevivir a duras penas con los cereales de nuestro carro, el agua de manantial, el musgo y las verduras silvestres...”.
Eran nueve personas y un gato. Ella tenía la fuerza justa para sacarlos a todos con la fuerza de un vendaval.
Entonces, les preguntó:
“¿Les gustaría escapar conmigo?”
El anciano que lideraba el grupo mantuvo sus ojos en el cuerno rojo pálido de Riko con vacilación en sus ojos.
“Guerrera... Si mis ojos no me engañan, debes ser de ascendencia oni, ¿verdad?”
Una gran inquietud cruzó el corazón de Riko.
“Así es, soy una oni. ¿Hay algún problema?”
...
Arco de la jaula de Ryuutetsu - Capítulo 14
La cola de Onigiri tembló por un momento como la aguja de una brújula antes de apuntar hacia adelante y hacia la derecha. Yutaka Riko dio un paso adelante hacia la sólida roca.
“¡Se puede caminar por aquí!”
La salida de aquel abismo estaba ya muy cerca. A esa velocidad, ella y Onigiri escaparían de la jaula de Ryuutetsu antes del amanecer del día siguiente.
“Bien hecho, Onigiri”.
Hasta ese día, Riko nunca se había dado cuenta de que, con su vista espiritual, Onigiri no solo podía encontrar espíritus errantes que ayudaran a Riko a dominar todo tipo de habilidades, sino que también servía para escapar del peligro. Los espíritus vengativos de la jaula de Ryuutetsu se revelaron a los ojos de Onigiri como si estuvieran a la vista, permitiéndole encontrar un camino seguro.
Tal vez esto era obra del magatama que había dentro de Onigiri... ¿La vigilaban los miembros de su tribu?
Incluso estando tan cerca de la libertad, Riko no podía alegrarse.
Las palabras de esa gente zumbaban en sus oídos. La agitaban y la irritaban.
“¡Aunque nos muramos de hambre aquí, nunca confiaré en un oni!”
¿A qué venía eso? Sí, ella era una oni, ¿y qué?
Los oni eran amables, vivían pacíficamente y permanecían en su isla. ¿Por qué los veían como el enemigo?
Sin embargo, las miradas de esos dos niños eran demasiado inocentes, y Riko no los abandonaría a su suerte. Por ello, dejó toda la comida que tenía y usó su técnica “extracción reflejada” para copiarla varias veces, asegurándose así de que tendrían comida suficiente para medio mes más.
También había memorizado toda la ruta que había seguido. Una vez que partieran, buscaría un fortín cercano y les marcaría una ruta segura. De esta manera, el fortín podría rescatar a las personas atrapadas.
Aquello era agotador... Peor que cualquier batalla que hubiera experimentado antes.
Los ojos de Riko estaban apagados mientras acariciaba a Onigiri ausentemente.
A veces, todo lo que necesitamos es un chivo expiatorio al que cargar con nuestra negatividad para recuperarnos.
Cuando una borrosa figura se apareció ante los ojos de Riko, ella murmuró, con un resentimiento irreprimible en su voz:
“Todo esto es culpa tuya, Kataba Shintetsu...
La próxima vez, no te dejaré escapar”.
...

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