Mina, la princesa de la nación caída (I)

Mina, la princesa de la nación caída (I)
Mina, la princesa de la nación caída (I)NameMina, la princesa de la nación caída (I)
Type (Ingame)Objeto de misión
FamilyBook, Mina, la princesa de la nación caída
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DescriptionLa princesa cuyo nacimiento vaticinó la destrucción al mundo se sume en el caos de una nación caída. En ese momento, un samurái errante desconocido aparece de la nada.
Aquí comienza un viaje entre dos personas ambientado en una antigua época de incesantes guerras.

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Hubo trece años de paz antes de que comenzara la era de los estados combatientes.
Las naciones del norte, más alejadas del epicentro, se contagiaron por fin del espíritu de la época, lanzándose a las llamas de la guerra.
Como ocurre en la mayoría de las guerras, el perdedor se decidiría tras un feroz conflicto. Sus ciudades quedarían reducidas a escombros por las llamas y los nobles y sus partidarios huirían a las montañas.
Hasta ahora, no parece haber nada especial con este telón de fondo.

Pero en el punto de inflexión de esta época, apareció un samurái errante vestido con unas lujosas túnicas.
No, en lugar de “lujosas”, tal vez sería más preciso decir que esas túnicas eran...
Sí, así es. Eran de un hombre vestido de mujer.
El samurái iba acompañado de una joven de pequeña estatura que llevaba un haori increíblemente grande.
En cualquier caso, era un par sospechoso sin duda.
Sin embargo, los dos se acercaron al puesto de control al pie de las montañas como si no fueran conscientes de este hecho.
Fueron detenidos inmediatamente por los soldados ashigaru que custodiaban el puesto.
“¿Quiénes son?”
Parecía la frase de rigor, pero también era una pregunta honesta.
“Como puedes ver, somos unos simples transeúntes”,
respondió sin ningún tipo de poder de persuasión.
Sin embargo, el ashigaru que hizo la pregunta pareció vacilar ante la absoluta falta de duda en el tono del samurái.
“En cualquier caso, vengan conmigo, por favor”.
“Así que mi respuesta no funcionó...”
El samurái parecía decepcionado. De repente, tres ashigaru cayeron al suelo.
“Llevabas todo el tiempo pensando hacer esto, ¿cierto? Maldito canalla”,
refunfuñó suavemente la joven desde detrás.

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