La novela de la Calle del Ibis (IV)

La novela de la Calle del Ibis (IV)
La novela de la Calle del Ibis (IV)NameLa novela de la Calle del Ibis (IV)
Type (Ingame)Objeto de misión
FamilyBook, La novela de la Calle del Ibis
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DescriptionLa mayor tragedia de los humanos es que no se conocen a sí mismos, y la de los youkai, que no tenemos problemas tan trágicos —comentario histórico de un tanuki.

Item Story

La historia de Gonbei

Gonbei tiene 76 años y es el único mortal que vive en la Calle del Ibis.
Fue agricultor, samurái y artesano.
La caja que tengo en mis manos es obra suya. Tiene una superficie lisa de laca negra con incrustaciones de nácar iridiscente. Es un oficio que aprendió de los pescadores de la Isla Watatsumi.

“Gracias por su trabajo”.
El anciano frente a mí inclinó la cabeza.
Aunque pensaba para sí mismo que esa era la forma en que los mortales debían comportarse con los yokai, seguía sintiendo un poco de lástima por su melancolía.

Según Gonbei, al contrario de lo que dicen las leyendas populares, una vez fue muy amigo de las ameonna que vagaban por las montañas y los bosques.
Lo que ocurre es que Gonbei, que entonces era un adolescente, quería que lloviera en los campos de su pueblo, tan afectados por la sequía. Por ello, hizo caso a las palabras del anciano de la aldea y se dirigió a las montañas para buscar la ayuda de una ameonna.
En aquella época, la abuela Ame ya no era joven y era muy consciente de los numerosos cambios que se producían en el mundo. Pero los seres de las montañas y los bosques son más simples e ingenuos en comparación con los mortales.

Entonces... Ay... El joven Gonbei cometió el impensable error de engañar a los seres de las montañas y los mares. Aunque, a día de hoy, sigue insistiendo en que solo lo hizo para salvar su pueblo.

Es más, su pueblo tuvo un año de grandes cosechas debido a las fuertes lluvias.
Después de eso, Gonbei, que estaba profundamente avergonzado, evitó las montañas y vino a vivir a la ciudad durante mucho tiempo.

“Lo siento mucho”, dijo el anciano mortal inclinando la cabeza, pero sin sostener la caja de madera.
Salí de su casa antes de que la luz de la luna se viera envuelta por las oscuras nubes.

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