La melancolía de Vera (VII)

La melancolía de Vera (VII)
La melancolía de Vera (VII)NameLa melancolía de Vera (VII)
Type (Ingame)Objeto de misión
FamilyBook, La melancolía de Vera
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DescriptionEn un grupo de estrellas en los confines del espacio, los planetas habitables son escasos. Por eso es una tierra de marineros y piratas del mar de estrellas.
Como es el espacio, en las naves no se habla de babor o estribor; el lado más cercano a la estrella se llama estelabor.
¡Las aventuras de Vera continúan en un mar de estrellas en el que se pierde el sentido de la orientación!

Item Story

«La guerra del mar de estrellas»
“Volver a encender el sol no es difícil. Pero esto no debe ser algo que desee ver el Imperio de Andrómeda”, le dijo Ike a una asustada Vera.
“¿Estás diciendo que la Princesa ha secuestrado a Sachi?”, dijo Vera con una nota de sorpresa, tras reflexionar brevemente.
“¿Cómo has llegado a esa conclusión? Lo que digo es que el único que puede secuestrar a la Princesa y a Vera es el Imperio de Andrómeda”. Ike se giró para contemplar las millones de criaturas de la galaxia.
Tras un instante, dijo en voz alta: “¡Criaturas del mar de estrellas! Su Sagrada Majestad Lebannin me convocó aquí para renovar el fuego de las pocas estrellas que quedan. Pero el Imperio de Andrómeda no desea que este lugar dure para siempre, y por eso ha secuestrado a mis amigos”.
“¿No estás poniendo sus vidas por encima de las de los habitantes de este mundo?”, dijo la reina sagrada Lebannin levantándose de su trono. “Si es así, ¿de qué sirvió que yo unificara las islas del mar de estrellas?”.

Finalmente, la reina acudió a enfrentar a la muerte en solitario y venció a los asesinos del Imperio de Andrómeda, rescatando así a Sachi y a la Princesa. Después intercambió algunas palabras con Ike.
“No esperaba que consiguiera derrotar a la especie dominante de Andrómeda; son unos seres muy fuertes. El dragón al que debe matar en la prueba de reyes sagrados no es rival para usted”, la elogió Ike.
“En realidad, el dragón soy yo. Tras fundirme con el cuerpo y la sangre de Lebannin, actúo según sus deseos”.
“Oh”, exclamó Ike, ligeramente sorprendido.
“Por cierto, ¿ese joven es quien le gusta a la segunda princesa? Cuando entré, estaban...”
“¡¿Qué?!”. Esta vez, Ike estaba muy sorprendido.

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