La leyenda de la espada solitaria (III)

La leyenda de la espada solitaria (III)
La leyenda de la espada solitaria (III)NameLa leyenda de la espada solitaria (III)
Type (Ingame)Objeto de misión
FamilyBook, La leyenda de la espada solitaria
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DescriptionUna popular novela de artes marciales de Liyue. Una historia de amor y odio, de amistad y enemistad, que tiene lugar en un mundo sin elementos y alquimia. En este volumen, se relata el duelo entre Jin 72 y el jefe de la Aldea Tupi.

Item Story

La lluvia había cesado, pero los cielos todavía no aclaraban.

Jin 72 le había preguntado al jefe por información sobre su némesis.
Ya no quedaba nada en la Aldea Tupi, salvo casas sin gente y espíritus sin cuerpo.

Ni siquiera eso quedó, porque este era un mundo sin espíritus.
En este mundo, no existía el poder elemental.
Por ello, los recuerdos de los muertos no podían permanecer en el reino mortal mediante la resonancia elemental.

El jefe de la aldea era un enemigo formidable. Su espada era extremadamente rápida, y consiguió causar muchas heridas en Jin 72, cada una tan profunda que llegó hasta sus huesos.
Pero, por desgracia, su corazón era demasiado lento.

Este era un mundo sin elementos,
por lo que su espada no se podía imbuir con ellos.
El manejo de la espada era, por tanto, una cuestión de pura habilidad física, y no de control elemental.
La espada es una extensión del cuerpo, tal y como el brazo controla los dedos, o como la mente dirige a los ojos.
Aunque era un experto en el arte de la espada rápida, el jefe de la aldea nunca comprendió el valor de la “mente”, por lo que cayó de un solo golpe.

Jin 72 caminó hacia el jefe caído y pateó el incensario roto que tenía en su mano izquierda.

El jefe se había concentrado demasiado en asestar una ráfaga de golpes salvajes sobre el cuerpo del espadachín, pensando que así lo agobiaría hasta no poder defenderse, y no tenía los ojos puestos en la mano izquierda de su enemigo, que debía estar vacía...

En un instante, el incensario golpeó al jefe de la Aldea Tupi en la frente con tal fuerza que lo estampó contra la pared. Tras ello, el jefe quedó totalmente fuera de combate. Ahora yacía inmóvil en el suelo.

“Delincuente despreciable...”.

Pero solo le respondió el viento: el villano que sujetaba el incensario ensangrentado no dijo una palabra.

“... La persona que estás buscando está en las montañas áridas más allá de este pueblo... Ve a buscar tu muerte allí...”.

Pero el villano se había ido, y lo único que le quedó ahí para responderle era el susurro del viento...

... y el crepitar de las llamas salvajes.

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