Rex Incognito (III)

Rex Incognito (III)
Rex Incognito (III)NameRex Incognito (III)
Type (Ingame)Objeto de misión
FamilyBook, Rex Incognito
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DescriptionUna novela fantástica de Liyue en la que se relatan las visitas de Rex Lapis al reino de los mortales en una de sus formas reencarnadas. Las ideas preconcebidas sobre las leyes y la igualdad se derrumban en este cuento fantástico.

Item Story

Liyue es una tierra donde abundan todo tipo de tesoros raros y exóticos, y donde hay tesoros, hay gente que sabe encontrarlos. En la época más próspera de Liyue, los tesoros desaparecían de la ciudad al ser comprados por los comerciantes nada más llegaban a ella.
Aquella era, igual que ahora, una época de comerciantes y capitanes de barcos. Era una época en la que solo aquellos con más poder se atrevían a luchar contra las tumultuosas mareas del mercado y las furiosas bestias del océano.

Además, en aquel entonces, en los muelles de la imponente ciudad portuaria trabajaban incontables marineros y albañiles.
Cuenta la leyenda que Rex Lapis no solo se encarnaba en un noble, sino que también socializaba con la élite de la Terraza Yujing. En otras ocasiones, se encarnaba en un ciudadano de a pie y caminaba entre los mineros, los pescadores, los marineros y los comerciantes.

En aquella época, había un barquero pescador al que se podía encontrar en los muelles de Liyue. Era una persona muy exigente y crítica con el resto, y siempre trataba muy mal a sus ayudantes. Cuando las cosas no salían como él quería, le echaba la culpa a sus asistentes sin ni siquiera escuchar lo que tenían que decir; incluso los castigaba reduciéndoles el sueldo.

Un día, el barquero conoció a un joven.
Era un ayudante que había contratado hace poco. Vestía unas ropas viejas y desgastadas, y llevaba un pañuelo en la cabeza. Había algo en él que era distinto al del resto de pescadores. Al ver el color de su piel y la expresión de su cara, se podía ver que era un aldeano de la Aldea Chingtsé que había salido de su hogar en busca de una vida mejor. En su rostro aún podía verse el rastro de la montaña.

Era igual de burdo y malhablado que el resto de personas de la montaña. Pero lo más enervante de él era que, al repartir la pesca del día, siempre le hacía ascos a los pulpos porque tenían tentáculos, y al marisco porque era demasiado viscoso.

“¿De verdad crees que estás en posición de ser quisquilloso? ¡Ni que fueras un noble de familia rica!”.
Esta frase pasó a ser la excusa preferida del barquero para descontar el sueldo de los pescadores.

Ante esto, el joven siempre se reía bobamente y seguía con lo que estaba haciendo.
Hasta que un día, preguntó:
“Si a una persona le gustan hacer unas cosas y otras no, ¿por qué habría que obligarla a hacer lo que no le gusta?”

El barquero, asustado por el zopenco de su discípulo, le golpeó en la cabeza levemente pero con indignación.
“¡El mundo funciona así! Si la gente no hiciera un trabajo solo porque no le gusta, ¡nunca llegaría a ser nada!”

“Pero esa no era la intención de Rex Lapis al crear las reglas de este mundo”.

“¡¿Dónde escuchaste semejante tontería?!”

“Está bien. Le contaré una historia”.
Los ojos del joven brillaban con el reflejo del sol poniente, como si fueran pepitas de oro ocultas en una cueva.

“Ah, que aparte de decir tonterías, ¿también cuentas historias?”,
se interesó el barquero al saber que el joven bobo contaba historias.
“Está bien, cuéntala. ¡Pero no dejes de trabajar mientras lo haces!”

En los ojos del joven, que se rio como si estuviera tramando algo, se pudo ver un destello de luz.
“Te contaré la historia del medallón de jade”.

Así, mientras el joven contaba su historia, el barquero perdió la noción del tiempo. Tampoco se dio cuenta de que alguien aprovechó la situación para repartir entre todo el mundo el dinero que había descontado del sueldo a los trabajadores.

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