Rex Incognito (II)

Rex Incognito (II)
Rex Incognito (II)NameRex Incognito (II)
Type (Ingame)Objeto de misión
FamilyBook, Rex Incognito
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DescriptionUna novela fantástica de Liyue en la que se relatan las visitas de Rex Lapis al reino de los mortales en una de sus formas reencarnadas. Entre los altos picos de las montañas repletas de jade, las imágenes con formas concretas contrastan con las mentiras vacías y sin forma.

Item Story

Rex Lapis, la deidad que tanta gente venera hoy en día, era uno de los muchos dioses que caminaban entre la gente hace mucho tiempo.
En esa época, existía la leyenda urbana de que el Rey Geo era un dios frío e insensible. Era justo y siempre juzgaba de manera imparcial, pero carecía de los sentimientos propios de los mortales. Igual que una roca, era duro e indiferente.
A pesar de esto, la gente lo veneraba y confiaba en él, ya que sus leyes servían para garantizar que el comercio fuera justo y que el mundo fuera seguro. Así fue como la creencia de la gente en el Arconte Geo lo ayudó a hacerse más fuerte y poderoso.

Sin embargo, ni siquiera los dioses pueden controlar las creencias y las dudas de sus seguidores mortales.
Ni siquiera un dios guardián de la justicia puede inculcar sus normas en los corazones de las personas.

En el Pueblo Mingyun había un artesano de jade al que le encantaba bromear. Cualquier encargo que le hicieran lo completaba de la manera más poco ortodoxa posible, y siempre terminaba el trabajo el último día antes de la fecha acordada.

Si el cliente pedía una estatua de un cazador dominando a una feroz bestia, recibía una estatua en miniatura de un jabalí angustiado corriendo por su vida.
Cuando algún cliente de su tienda le preguntaba por qué se comportaba así, él respondía:
“Cuando un cazador se acerca a su presa, aunque no se muestre a sí mismo, su imponente presencia es suficiente para asustarla”.

Si el cliente pedía una figura de jade con la forma de un soberano poderoso y de gran estatus, casi siempre les daba la figura de un majestuoso trono.
Cuando le preguntaban por ello, él respondía:
“Un soberano poderoso y con gran estatus no durará más de cien años en el poder. El trono desde el que gobierna vivirá mucho más que él”.

De este modo, el artesano de jade pasó a ser conocido como el “extraño hombre” del Pueblo Mingyun. Mientras, en el próspero Liyue, los acaudalados comerciantes pensaron que se trataba de un estafador al que tal vez comprarían jade u otros artefactos solamente para ver de qué formas engañaba a sus clientes.

——————

Una noche, una mujer llegó a su taller.
Llevaba un largo y esbelto vestido negro, y, al estar bajo la luz de la cristalina luna creciente, sus ojos emitían un tintineante brillo similar al del ámbar.
El artesano nunca la había visto antes, pero descubrió que era una persona con la que era fácil hablar. Era extraño. Ella parecía estar familiarizada con cada depósito de nefrita de la aldea. Hablaba de las maravillas del mundo como si fueran sus hermanas, y del jade y los metales preciosos con tanto afecto como lo hace un padre con su hija.
Los únicos temas de los que casi nunca hablaba eran la cultura, las tradiciones y la interacción social.
Tal vez no entendía bien los asuntos de los humanos. O quizás simplemente no quería hablar de ello. Fuera como fuese, no cabe duda de que era una mujer fuera de lo normal.
Al menos, eso pensó el artesano.

“Me gustaría que me hicieras un medallón con un grabado de la imagen del Rey Geo”.
La mujer pidió lo que quería justo cuando habían terminado de hablar y estaba a punto de irse.
“Pero tengo una condición: no puedes tallar el aspecto que tú mismo imaginas que tiene el Arconte Geo. Debes hacerlo únicamente según lo que hayas visto con tus propios ojos.
De lo contrario, no te pagaré ni un Mora”.

Así, ambos cerraron el trato, por el cual acordaron que el pedido debía estar terminado en un plazo de tres días.

El primer día, el artesano de jade solo se preocupó de comer y beber con sus amigos. No aceptó ni un solo encargo.

El segundo día, fue a la montaña para buscar jade. No atendió a ningún cliente ni amigo en todo el día.

El tercer día fue cuando empezó a tallar y pulir el jade en bruto. Trabajó en ello desde el amanecer hasta que finalmente lo terminó ya bien entrada la noche.

Cuando la luna creciente volvió a verse en el cielo de la noche, la joven de ojos ámbar volvió a entrar en la tienda.
El artesano le entregó con gran orgullo su creación.
Se trataba de un medallón de jade con la imagen de un dios grabada en él: la imagen de la mujer.

La mujer, completamente perpleja y con el ceño fruncido, exigió una explicación.
Entonces, el artesano dijo así:
“El primer día, pregunté a los sabios y eruditos cuáles eran los principios del Rey Geo y cómo funcionaban. Eso solo era el esqueleto.
El segundo día lo pasé entero en la montaña observando las rocas, escuchando cómo crecían los elementos y reflexionando sobre el aspecto del Rey Geo. Pero eso solo era la sangre y el cuerpo.
El tercer día, me tapé ambos ojos y empecé a tallar y cortar el jade según creía conveniente. A veces, sabía que tenía que tallar, y otras, sabía que tenía que parar. Eso era el alma”.

El artesano se rio tímidamente y añadió:
“Pero ni siquiera yo sé por qué acabé creando esta forma”.

La mujer, que parecía muy pensativa, jugueteaba con el medallón.
“Interesante. Esto me recuerda a otra historia...”,

agregó, y miró al artesano con sus ojos color ámbar para contar su historia.

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