Rex Incognito (I)

Rex Incognito (I)
Rex Incognito (I)NameRex Incognito (I)
Type (Ingame)Objeto de misión
FamilyBook, Rex Incognito
RarityRaritystrRaritystrRaritystr
DescriptionUna novela fantástica de Liyue en la que se relatan las visitas de Rex Lapis al reino de los mortales en una de sus formas reencarnadas. Ambientado en una época en la que el mundo estaba repleto de tesoros, las historias reales y ficticias se mezclan con los sueños antiguos en este cautivador relato que tiene lugar en el puerto comercial de Liyue.

Item Story

Liyue es una tierra donde abundan todo tipo de tesoros raros y exóticos, y donde hay tesoros, hay gente que sabe encontrarlos.

Mingui, la primera dueña que tuvo la Tienda de Antigüedades Xigu, era una persona muy peculiar.

La Tienda de Antigüedades Xigu de la Pendiente Feiyun era frecuentada por clientes refinados y de clase alta. En un principio cerrada durante el día, solo abrió sus puertas al público una vez que la luna comenzó a verse en el cielo nocturno. Los clientes de la tienda no eran en absoluto gente ordinaria, sino personas adineradas y con un gusto excepcional.

Un reloj de Fontaine que marcaba la hora de manera más precisa que cualquier otro, incienso de Sumeru, una vasija de vino de un aristócrata del antiguo Mondstadt, un taburete de madera bendecido por el trasero de un Adeptus que una vez se sentó en él durante más de una hora, un cáliz de nefrita del que el Rey Geo probó un sorbo de té, una vasija de celadón que el Arconte Anemo, la deidad vecina de Liyue, rompió por accidente... Todos estos artefactos estaban expuestos de la mejor manera posible, a la espera de ser comprados por los clientes con los que estaban predestinados.

Una noche, un joven se paró frente a la tienda para admirar y examinar detenidamente las antigüedades expuestas en los estantes.

La dependienta de la tienda quedó impresionada por su larga túnica negra, tan oscura y solemne como los picos de las montañas, y también por sus ojos, que eran del color del ámbar.

Aquel no era un hombre normal y corriente. Mingui lo supo nada más verlo.

“Bienvenido. ¿Le interesa alguna de mis antigüedades? Si es así, escoja la que más le guste”.
Su tierna voz rompió el silencio de la noche.
“¿Eh? Oh, disculpe”,
dijo el hombre con una sonrisa y un tono de voz que denotaba algo de timidez.

“Me llamaron mucho la atención las falsificaciones tan buenas que vende”.

El artículo que le había llamado la atención era un medallón de jade dañado.

El patrón grabado en el lado del medallón que estaba de cara al cielo nocturno estaba intacto. Cuando la luz de la luna brillaba, se filtraba en las intrincadas imperfecciones del jade, las cuales podían verse más claramente, y también se colaba entre los huecos de la superficie del medallón. Debido al desgaste de los bordes, era imposible discernir las palabras e imágenes que había inscritas en él. No había duda de que parecía haber tenido una vida bastante turbulenta.

“¿Cómo que ‘falsificaciones’? ¿Qué le hace pensar eso?”.
Mingui ya estaba acostumbrada a la soberbia de algunos clientes, pero no pudo contenerse ante una provocación como esa.

Además, ese artículo en particular había sido desenterrado por un aventurero en un palacio abandonado de las profundidades del abismo después de que apenas saliera con vida. Recordó todo lo que había regateado con el aventurero para conseguir el objeto, y cómo al final le costó una gran parte de su fortuna. Si realmente no fuera más que una falsificación, no solo implicaría que había perdido una inmensa parte de su riqueza, sino que también causaría un daño irreversible a la reputación de la Tienda de Antigüedades Xigu, conocida por sus artículos de excelente calidad.

Por ello, Mingui decidió que echaría a aquel cliente desconocido que amenazaba con cerrarle la tienda y, además, se las ingeniaría para venderle el medallón de jade.

“Oh, por favor, continúe. Sería un honor para mí contar con su valoración”.

————————

“Como todos sabemos, Teyvat se sumió en el caos hace 2500 años, cuando los dioses se declararon la guerra entre sí. El conflicto afectó a todas las personas en todos los rincones de la tierra. Es posible que, en esa época, Teyvat no estuviera dividido en las mismas Siete Naciones que existen hoy en día, pero, al igual que ahora, los pueblos tenían sus propios asentamientos, ciudades y civilizaciones...
En aquel entonces, se veneraban y adoraban unos dioses cuyos nombres ya nadie recuerda. Nuestros antepasados tomaron las perlas y las caracolas del mar, el jade de las montañas, las rocas de las praderas y la sal cristalizada de la tierra, con el fin de construir las imágenes de sus propios dioses.
Este tipo de medallón de jade es una de las reliquias de esa época. Pertenecía a una antigua tribu que adoraba a Rex Lapis, aunque, obviamente, el Rey Geo aún no se llamaba ‘Rex Lapis’ en ese momento.
Fue una época en la que la gente vio cómo sus dioses luchaban en cruentas guerras. De hecho, Rex Lapis no acuñó ni puso en circulación la moneda común de las Siete Naciones, el Mora, hasta mucho tiempo después. Por ello, las tribus comerciaban intercambiando minerales que desenterraban de vez en cuando, y utilizaban las imágenes del Rey Geo como forma de garantizar la estabilidad de los precios.
Como puede ver, la sabiduría de los mortales es algo fascinante. Éramos capaces de sobrevivir incluso antes de que Rex Lapis hiciera todo lo que hace ahora”.

El joven hizo una pausa como para reflexionar sobre la observación que acababa de hacer.
Su sombra pareció volverse diminuta al estar de pie bajo la argéntea luz de la luna.

“Este tipo de medallón de jade es un objeto difícil de conseguir en la actualidad. La mayoría están enterrados en los cauces de los ríos de las montañas, y, como están tallados a mano, todos ellos son únicos... Por eso, se suelen vender a precios astronómicos. Es más, afirmar que su valor es incalculable no sería una exageración.
Por lo tanto, es una verdadera lástima que el que tiene expuesto en su estante sea una falsificación moderna. Y con ‘moderna’ me refiero a que probablemente se hizo en la generación de su padre como pronto.
Los que nos dedicamos a esto tenemos un dicho: ‘un jade sin imperfecciones no es un jade de verdad’. Este, por ejemplo, tiene muy pocas imperfecciones y es demasiado brillante... Dudo mucho que sea una de las reliquias que fabricaron nuestros ancestros.
Además, la imagen esculpida en él es femenina, algo extremadamente raro entre este tipo de reliquias tan antiguas”.

El joven alzó el medallón de jade contra la luz de la luna para inspeccionarlo con más detalle.
“Si bien existe alguna que otra leyenda popular sobre las encarnaciones de Rex Lapis con forma femenina, nunca ha sido documentado en los registros históricos, y tampoco existen pruebas materiales que lo demuestren”.

Pese a su edad, el joven tenía un aire de erudito viejo y pedante.

“Está usted equivocado, estimado cliente”,
dijo Mingui mientras se reía tímidamente, igual que un astuto zorro provocando a un cazador inexperto.
“¿Le gustaría escuchar una historia antes de dar su veredicto final?”

La dependienta, cuyos ojos eran largos y finos, se dispuso a contar su historia de principio a fin.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

TopButton