Cuentos de un borracho (IV)

Cuentos de un borracho (IV)
Cuentos de un borracho (IV)NameCuentos de un borracho (IV)
Type (Ingame)Objeto de misión
FamilyBook, Cuentos de un borracho
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DescriptionUno de los muchos cuentos populares de Mondstadt que se narran mientras se bebe. Un lobo le cuenta una historia de vinos y lobos a un borracho de Mondstadt.

Item Story

Cuenta la leyenda que el primer vino de Mondstadt se elaboró en la época en que el Viento del Norte aún aullaba.

En la época del conflicto entre los Reyes del Hielo y la Escarcha, aunque temblasen de frío, los antepasados de Mondstadt elaboraban un rudimentario vino a partir de frutas silvestres. Lo hacían para aliviar el dolor de sus dedos congelados y para darles el valor de enfrentarse al duro e implacable invierno. En esa época, Mondstadt estaba completamente cubierto por el hielo y la nieve, y aún no existían los dientes de león.

Se dice que la persona que inventó el vino fue un guardia negligente y descuidado de Mondstadt.

En las tribus que vivían rodeadas por el hielo y la nieve, los guardias se encargaban de vigilar el alimento, tan complicado de conseguir.
Ver un intruso humano en ese entorno tan hostil era algo muy poco habitual, pero sí había otras criaturas que, como resistían bien el frío, podían excavar túneles bajo tierra para llegar hasta las reservas de alimentos de los humanos. Según las reglas de la tribu, debía haber un encargado que vigilase los fosos de almacenamiento de comida en todo momento. Esta persona también debía tapar los agujeros que creaban los roedores, o incluso atraparlos con las manos en la masa si podían, a fin de mantener siempre a salvo las provisiones de la tribu.

En aquella época, los húmedos y oscuros fosos donde se almacenaba la comida necesitaban un cuidado y atención constantes para evitar que nada se pudriera. Además, había que estar siempre atento a las pequeñas y traviesas criaturas que se escondían para gastar bromas a los guardias.

Un día, un astuto espíritu de viento aprovechó que el guardia que lo vigilaba estaba distraído para transformarse en un zorro. El zorro se metió con cuidado en un montón de manzanas silvestres que había allí, donde hizo que la levadura creciera para que las manzanas maduraran y fermentaran.
El guardia, extremadamente negligente, estaba hambriento cuando regresó y decidió comerse una de las manzanas. El suave sabor de la fruta fermentada fue un deleite tanto para su cuerpo como para su mente. Inmediatamente, tomó un poco de piel de animal y exprimió el jugo de las manzanas, a partir de lo cual se creó el vino.

El guardia negligente que inventó el vino en la era del hielo y la nieve también se convirtió en el primer borracho de Mondstadt. Se dice que también fue la primera persona en soñar estando ebrio.

En su primer sueño, soñó que se había convertido en un lobo solitario. En algún lugar perdido del pasado —¿o tal vez de un futuro lejano?—, luchó con sus colmillos y sus garras contra otras manadas de lobos rivales. Luchó por comida contra los humanos en medio de una violenta tormenta de nieve, y conoció al primer Seelie de todos.

El humano, que vivía en tribu, y el lobo, que vivía en manada, no podían vivir en soledad. Así, este vino recién elaborado sirvió para unir al hombre y al lobo en sus sueños.

Pero su actitud hacia los sueños era completamente distinta.

El humano, que solo conocía el viento y la nieve, anhelaba el páramo donde el lobo solitario corría libremente, el cual tenía un gran temor por las ambiciones del humano. No entendía por qué le fascinaba el peligro, ni por qué buscaba la esperanza en él.
Lo que preocupaba aún más al lobo era que cuando estaba en el sueño del humano borracho, ya no podía distinguir si era un lobo o un humano con un espíritu de lobo.

Entonces, el solitario lobo juró alejarse del veneno de los humanos para siempre y nunca más caer en la tentación del alcohol.
Los lobos no son hijos del viento, y la tierra del vino y la música bucólica no es su hogar. Por tanto, los lobos abandonaron el territorio de los humanos y se asentaron lejos de ellos, en los salvajes y profundos bosques de las montañas, un lugar al que nunca llegaría el aroma del vino.

“Lo que los humanos llaman ‘alcohol’, para nosotros es una trampa hacia el abismo”,
le dijo el lobo al borracho con arrogancia.
Cuando el lobo se volvió hacia el borracho para decirle aquello, vio que él ya estaba profundamente dormido sobre un lecho de ramas de pino.

El lobo estaba muy disgustado. Exhaló violentamente una bocanada de aire de sus fosas nasales y se marchó, dejando al humano alcohólico tirado en el suelo.

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